En este Día de la Tierra: indignación y esperanza

Debemos encontrar oportunidades en medio de la crisis y aprovechar el momento para el cambio, tanto en casa como en el extranjero.

La ucraniana Tanya Marshall lidera a la gente en una marcha por la paz en Ucrania en Boston, Massachusetts, el 6 de marzo de 2022.

Credit: Joseph Prezioso/AFP via Getty Images

Al igual que millones de personas en todo el mundo, conmemoraré este Día de la Tierra con indignación y esperanza. No consigo separar ambas cosas.

Todos estamos indignados por la brutalidad salvaje y sin sentido que las tropas rusas están infligiendo al pueblo de Ucrania. También nos enfurecen las subidas de los precios de los alimentos y de la energía eléctrica que ha provocado la agresión rusa, y la auténtica crisis que ha impuesto a cientos de millones de personas en todo el mundo.

También es frustrante saber que el Kremlin financia estas atrocidades en gran medida mediante la venta de petróleo y gas casi 40 mil millones de dólares sólo desde que comenzó la invasión- a los países europeos aliados de Estados Unidos en nuestro apoyo a Ucrania.

Y es enloquecedor ver cómo la industria estadounidense del petróleo y el gas intenta explotar esta tragedia para encerrarnos en décadas más de dependencia de los mismos combustibles que mantienen a nuestras familias y empresas rehenes de las crisis mundiales de precios que no podemos controlar, al tiempo que conducen al mundo hacia una catástrofe climática y llenan el cofre de guerra  del Kremlin.

Pero no es momento de desesperarse.

De hecho, soy optimista y creo que encontraremos oportunidades en medio de la crisis y aprovecharemos el momento para progresar y cambiar, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Soy optimista por tres razones clave.

En primer lugar, la invasión rusa de Ucrania ha desnudado cualquier pretensión de que podamos perforar nuestro camino hacia la seguridad energética. Acabar con nuestra dependencia del petróleo, el gas y el carbón es tanto un imperativo estratégico como una necesidad ambiental.

Rusia es un petroestado. Obtiene el 40 por ciento de su presupuesto de las ventas de petróleo y gas. Reducir esa dependencia puede ayudar a reducir a polvo la maquinaria bélica del Kremlin.

El Presidente Biden se apresuró el mes pasado a poner fin a las importaciones de petróleo provenientes de Rusia. La Unión Europea (UE) está trabajando para liberarse de su dependencia rusa pues de ahí proviene el 40 por ciento de su gas natural, una cuarta parte de su petróleo y casi la mitad de su carbón.

La buena noticia es que gran parte de Europa ya se mueve en la dirección correcta, habiéndose comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 55 por ciento, en comparación con los niveles de 1990, para 2030. Eso significa reducir el uso de combustibles fósiles, incluidos los procedentes de Rusia, y acelerar el cambio a fuentes de energía más limpias e inteligentes.

El Presidente Biden se ha comprometido a ayudar.

El parque eólico de Golden Hills, en el condado de Alameda (California), puede suministrar energía a 25.500 hogares.

Credit: Steve Proehl/Getty Images

La forma de empezar es que el Congreso apruebe las inversiones críticas en energías limpias -unos 550 mil millones de dólares en 10 años- pendientes en el Senado, lo que me lleva a mi segundo punto de esperanza.

Dos tercios del país están unidos en torno a la acción gubernamental para hacer frente a los crecientes costos y peligros del cambio climático. Esa proporción puede ir en aumento, a medida que la gente relaciona el aumento del precio de los combustibles, la agresión del petróleo y la crisis climática.

El paquete que el Senado tiene ante sí, si se aprueba, nos ayudará a obtener más energía limpia del viento y el sol; acelerará el cambio a los vehículos eléctricos; construirá una red eléctrica moderna y fiable; y hará que nuestros hogares y lugares de trabajo sean más eficientes.

El paquete acelerará la innovación y reforzará la cadena de suministro nacional de materiales y equipos de energía limpia. De este modo, los trabajadores y las empresas estadounidenses podrán ayudar a construir la economía de bajas emisiones de carbono del futuro, en este país, en Europa y en otros lugares.

Esto puede crear cientos de miles de empleos en los Estados Unidos, unos 24.000 en Floridareducir los costos energéticos anuales en unos 500 dólares por hogar; y ahorrar al país la asombrosa cifra de 3 billones de dólares en costos sanitarios y ambientales de aquí a 2050.

Ese es el camino hacia la verdadera seguridad energética: acabar con nuestra dependencia de los combustibles fósiles y con el daño y el sufrimiento que conllevan.

Mi tercer motivo de esperanza: tenemos las herramientas que necesitamos para fortalecer la economía, hacer frente a la crisis climática y garantizar una verdadera independencia energética en nuestro país y en el extranjero, al tiempo que ayudamos a quebrar la maquinaria bélica del Kremlin.

En este Día de la Tierra, más que nunca, depende de nuestros líderes actuar. Y a todos nosotros nos corresponde seguir exigiendo nada menos.

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