No quiero ese recibo tóxico, gracias

Escrito por Laurie David

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¿Sabías esa pequeña hoja de papel que pones en tu bolso, tu cartera o tu bolsillo muchas veces durante el día? Sí la misma que te entregan al comprar tu café, tu comida, tus alimentos, ese  traje de baño nuevo, el último éxito editorial, el gas para tu coche, el paquete de chicles y el batido.

Bueno ¿adivina qué? (y no es bueno).

Es muy probable que el recibo esté cubierto de Bisfenol A (BPA), una sustancia tóxica que se vincula con todo tipo de problemas médicos, tales como interferir con el desarrollo del cerebro y con el aumento de los riesgos de padecer cáncer.

Este químico se encuentra en muchos de los recibos y reacciona con el calor y otros productos químicos para desarrollar la tinta en el papel. ¿Estás sentado? Los niveles de BPA en estos recibos son mucho mayores que los niveles encontrados en el revestimiento de los alimentos en conserva. El BPA no se queda allí pues se absorbe fácilmente al tocar el papel.

Pienso en todos los adolescentes que trabajan durante el verano, la cajera embarazada en mi supermercado, el atractivo secretario en la oficina de correos, el manejo de los recibos de las tarjetas de crédito y dinero en efectivo durante todo el día, semana tras semana. Y si el empleado de ventas ya sea joven o viejo tiene las manos húmedas, o acaba de aplicarse un poco de loción para la piel seca, hay un mayor nivel de absorción.

Lo creas o no, la ley de Control de Sustancias Toxicas de 1976 (TSCA en inglés) destinada a protegernos es terriblemente ineficaz y necesita ser actualizada. El senador Frank Lautenberg presentó una legislación que requiere que cualquier producto químico como el BPA, sea sometido a pruebas de toxicidad antes de permitir su uso en nuestros productos de uso diario. La nueva ley también daría a la Agencia de Protección Ambiental (EPA en inglés) más autoridad para eliminar productos químicos del comercio una vez que se compruebe que son perjudiciales.

La Senadora Diane Feinstein (y otros) han estado trabajando para prohibir el BPA, que también se puede encontrar en todo, desde biberones de plástico hasta los frijoles horneados. No pensarías que esto sería una tarea difícil, pero sólo hay que preguntarle a la Senadora Feinstein, quien sacudió la cabeza con incredulidad cuando sí, yo le pregunté.

Cuando el BPA fue introducido por primera vez a finales de 1950, tal vez no se cuestionó el uso de los productos químicos en los productos que ingerimos y el tacto. Pero cincuenta años más tarde ¿cuál es la excusa? ¿En qué clase de mundo cínico estamos viviendo que permite a la industria química seguir poniendo tóxicos en los biberones, en las latas de nuestra comida y en nuestros recibos? Y un Congreso que hace caso omiso de la investigación. Y recientemente el consejo administrativo de Coca-Cola votó a favor de continuar usando el BPA en el revestimiento de sus refrescos de lata.

Una nota brillante de integridad es que la cadena de supermercados Kroger acaba de anunciar su plan para eliminar de la tienda este químico en los productos que llevan su marca y en los recibos, el cual intentan implementar  “lo antes posible”.

En cuanto a mí, ahora que lo sé, digo “no, gracias” a los recibos. Pero me enferma ver que la cajera continua estando expuesta. Me siento obligada a advertirle que sin saberlo, al manejar los recibos durante todo el día, es probable que esté expuesta a una sustancia química tóxica y debe preguntarle a su supervisor por alternativas libres de químicos. Puedo decir que algunos clientes en fila detrás de mí se molestan por el retraso, pero no me importa. Después que este artículo se publique, tengo la intención de tener un montón de copias en mi bolsa para entregarlas a las cajeras. Tú debes hacer lo mismo.


Biografía:

Laurie David es una activista ambiental y escritora. En 2006, produjo el aclamado documental y ganador de un Oscar Una verdad incómoda, el cual se basa en el trabajo extenso del ex vicepresidente Al Gore sobre los efectos del calentamiento global generado por la actividad humana en el planeta Tierra. Este documental ha ayudado a dar forma al discurso público sobre el cambio climático en años recientes. Su libro más reciente, La cena familiar, intenta ayudar a las familias estadounidenses a sentarse juntos para la cena y encontrar de nuevo los beneficios de comer y pasar tiempo juntos. Durante la última década, Laurie produjo varias obras para llevar el problema del calentamiento global hacia la cultura popular.