Compartiendo el aire: El diálogo intercultural puede conducir a un hemisferio más sano

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Escrito por Emily Teitsworth

Cada semana, decenas de autobuses escolares jubilados de los Estados Unidos salen del país hacía Guatemala, más de 1,000 millas al sur. Allí se transforman en camionetas de transporte público, donde son pintados con diseños de colores brillantes antes de empezar su segunda vida como parte de una manada enorme de autobuses escolares de EE. UU. que llenan a rebosar a los caminos de Centro América. En inglés estas camionetas se llaman “chicken buses”, con igual cariño y condescendencia, por el hecho común de ver a pollos vivos viajando con sus dueños dentro del bus o amarrados al techo.

A principios de abril, seguí el mismo camino de estas camionetas, 3,000 millas al sur de California a las montañas del occidente de Guatemala, con un grupo de ocho estudiantes de un colegio en el Área de la Bahía en California. Yo soy Directora de Project Aruna, una organización sin fines de lucro que se dedica a hacer la competencia intercultural accesible a todos, a través de proyectos de intercambio cultural y servicio comunitario en comunidades marginalizadas en California y Guatemala. Casi todos nuestros estudiantes salían del estado de California por primera vez, e inmediatamente al llegar a la Ciudad de Guatemala, empezaron a comentar sobre el humo negro y espeso que rodeaba todos los buses de transporte extraurbano. “¡Qué raro! Se parecen mucho a los autobuses escolares de cuando era niño, pero ¿qué es todo ese humo?” Comentó con asombro Eric, un chico de 15 años. “Son los mismos”, le dije, pero él negaba creerlo.

Nuestro grupo de Project Aruna pasó una semana entera con un colectivo de jóvenes líderes indígenas en una comunidad cerca de Quetzaltenango, la segunda mayor ciudad del país. Quetzaltenango y sus alrededores sufren de calidad del aire muy bajo por estar rodeados de montañas altas que atrapan la bruma tóxica producida por los camiones y autobuses de la ciudad. Un día, sentados bajo un cielo azul manchado por una capa de smog, los dos grupos de jóvenes empezaron a hablar sobre los problemas que existen en sus comunidades. Nuestros estudiantes de Berkeley y Oakland, California, identificaron la falta de comunidad y la violencia comunitaria como problemas prioritarios. Los jóvenes de Guatemala enfatizaron la migración y la degradación ambiental como sus desafíos más grandes. De su comunidad de 26,000 personas, más de 8,000 se han ido a los EE. UU. para trabajar como inmigrantes indocumentados.

Reflexionando sobre los vínculos entre los problemas comunitarios de ambos lugares, les recordé sobre la reacción incrédula de Eric al ver al autobús escolar vomitando humo negro en la capital.  “Ah”, me dijo Eric, dándose cuenta de lo que significaba ese autobús. “¡Ya veo!” Mientras los alumnos en EE. UU. viajan a sus escuelas en autobuses nuevos y seguros, una vez que los vehículos empiezan a romperse y contaminar más el aire, son vendidos a países de escasos recursos, donde sustituyen por un sistema de transporte público sostenible. Aunque al principio no parecen tener nada que ver, la migración y la contaminación del aire por el diésel en Centro América son problemas que reflejan claramente la relación desigual entre los EE. UU. y nuestros vecinos al sur. 

El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y la República Dominicana (DR-CAFTA), firmado en el 2003-04, ha aumentado el número de inmigrantes no documentados de Centro América a los EE. UU. Además, el DR-CAFTA no contiene ninguna protección significativa para los trabajadores o el medio ambiente. Solemos pensar en la polución ambiental como un problema de sobre-consumo, pero en los países pobres, la falta de recursos genera sus propios desafíos ambientales.  La comunidad donde pasé la semana con Project Aruna depende de la cosecha de papas y otras hortalizas. Las políticas regionales, entre otros factores, han hecho que la agricultura deje de ser una fuente de ingresos sostenible y, como resultado, la migración hacia los EE. UU. ha acelerado. Hoy en día, se usa cada año más abono químico en el campo y se depende más de medios de transporte dañinos al medioambiente. Al final, nuestras políticas nacionales nos implican en la degradación ambiental y la contaminación del aire en Guatemala y en otros países.

Al regresar de Guatemala, los dos grupos de estudiantes de Project Aruna empezaron a crear planes de desarrollo comunitario, que estarán implementando durante el próximo año escolar. Estos planes incluyen el desarrollo de un proyecto de eco-turismo en las montañas de Guatemala, que abordará los problemas conectados de pobreza, migración y degradación ambiental. Ambos grupos de jóvenes líderes de Project Aruna identificaron fácilmente varios desafíos abrumadores a su propio desarrollo: la falta de comunidad, la violencia, la migración. Pero sin la oportunidad de dialogar, no hubieran podido conectar estos problemas con el hilo de degradación ambiental que los vincula.

Lo que hará posible el cambio verdadero es la colaboración que traspase fronteras nacionales y culturales, límites que nos separan de las realidades ambientales que nos afectan a todos. Para los jóvenes de Project Aruna, un simple autobús escolar les ha hecho ver claramente nuestro rol en la contaminación ambiental en otros países. Debemos todos apoyar esfuerzos que limpien las emisiones de todo modo de transporte alrededor del mundo y nos den opciones libres de cargas ambientales que empeoran los problemas sociales.


Biografía

Emily Teitsworth es la Directora de Project Aruna, una organización sin fines de lucro con sede en Berkeley, California. Project Aruna trabaja con grupos de líderes jóvenes de comunidades marginalizadas en el área de la bahía en California y en Guatemala. Ella también es la gerente de La Iniciativa de Incidencia y Liderazgo a favor de las Adolescentes (AGALI), un programa del Instituto de Salud Pública (Public Health Institute ) en Oakland, California. Emily tiene su maestría en Desarrollo Internacional Sostenible de la Escuela Heller de Política Social y Gestión. Ella se graduó con honores de la Universidad de Wesleyan con una licenciatura en Filosofía y Psicología.