La realidad acerca de las bombillas y el mercurio

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Las bombillas fluorescentes compactas (CFL) utilizan una cuarta parte de la electricidad de una bombilla incandescente, reduciendo con ello nuestros costos de energía. La reducción en el uso de energía de las CFL nos permite evitar algunas emisiones de mercurio de centrales eléctricas de carbón. La quema de carbón es por encima de todo, la fuente más grande de mercurio en nuestro ambiente y la mayor amenaza a nuestra salud.  De hecho, las plantas de energía botaron 68.000 libras de mercurio al aire y al agua en el año 2009. Nuestros cálculos demuestran que el cambiar una bombilla incandescente de 100 W por una CFL ahorra la mitad de las emisiones de mercurio.

Sin embargo, las CFL en sí contienen una mínima cantidad de mercurio, lo que nos conduce a cuestionar si es seguro usarlos. Hemos examinado el tema y creemos que las CFL son la elección correcta para aquellos preocupados por ambas su salud y las cuentas eléctricas.

La cantidad de mercurio en una CFL es pequeñísima – una bombilla común contiene unos 3 mg.  Para darte una idea de lo que significa: la cantidad de mercurio en la batería de tu reloj es cinco veces mayor; el prominente empaste de un solo diente contiene entre 60 a 200 veces esa cantidad, dependiendo del tamaño de la tapadura; los termómetros de antaño, que algunos aún guardamos en el botiquín, usan 100 a 200 veces más; los tomas de luz en ciertos congeladores usan 200 veces más; y los termostatos en los hogares contienen 500 veces más mercurio. (Estos estimados son bastante prudentes y basados en una bombilla CFL con 5 mg de mercurio.) Las CFL también usan la misma tecnología de los tubos fluorescentes (por ejemplo, las T8, T12) que se usan en escuelas, oficinas y hospitales desde hace 50 años.  Cada uno de estos tubos puede contener hasta 100 mg de mercurio.

Sin embargo, claro que te puede preocupar que una bombilla frágil sea diferente a un reloj: si una CFL se quiebra, algo del mercurio se puede fugar en tu hogar. Algunos informes aumentan inquietudes que una CFL quebrada pueda resultar en concentraciones nocivas de mercurio en la habitación donde se quebró, pero estos informes se basan en los peores de los casos en los que medidas sensibles (como ventilar la habitación) son ignoradas. Si se quiebra la bombilla, no te preocupes. La cantidad de mercurio que se fugue no te hará daño y puedes limpiar fácilmente para evitar la exposición. Mantén a los niños alejados del lugar de los hechos, abre una ventana, limpia cuidadosamente las piezas quebradas y ponlas en una bolsita o recipiente sellado para desecharlas apropiadamente.

Mientras que es prudente tener cuidado al quebrar una CFL, para aquellos que quieren reducir su exposición al mercurio en sus vidas cotidianas, el paso más importante es evitar comer pescado contaminado con mercurio. El consumo de pescado es la fuente más grande de exposición al mercurio para los Estadounidenses dado que el mercurio en el pescado es mucho más nocivo para la salud que el que se encuentra en las CFL (y otros productos caseros).  Mientas que el pescado forma parte de una dieta saludable, hay que escoger comer las clases de pescados que contienen las menores cantidades de mercurio, especialmente si se está en cinta o amamantando. La Onda Verde ofrece recomendaciones sobre cómo elegir el pescado con la más mínima cantidad de mercurio.

Visita  http://www.nrdc.org/health/effects/mercury/espanol/walletcard.pdf para obtener nuestra guía de pescado sin mucho mercurio.

 Aprende más sobre las plantas de energía que emiten mercurio y cómo nuestro gobierno nos puede proteger de la contaminación del aire aquí: http://pulsoverde.nrdc.org/industrias_contaminantes_quier.html