Construyendo una granja resistente a las sequías

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En el rancho de los Brown al este de Bismarck en Dakota del Norte, llevan 70 días con solo media pulgada de lluvia. Sin embargo, Gabe Brown, propietario de estos terrenos que abarcan un poco más de 2185 hectáreas entre cultivos y operación ganadera, observa sus campos fértiles, llenos de girasoles, arveja, maíz, trébol, trigo sarraceno, hierbas y otros cultivos.

 “No se trata de cuanta lluvia cae”, explica Brown.  “Se trata de cuanta puedes almacenar.”

Gracias a algunas técnicas agrícolas innovadoras para mejorar la calidad del suelo, los terrenos de Brown retienen tres veces más agua que una granja convencional. El hecho hace que su hacienda soporte el clima cálido y seco y absorba lluvias fuertes. Se gasta menos agua, lo que también significa que Brown, quien recibió un premio Growing Green de NRDC en el 2010, no necesita recurrir al seguro agrícola federal para cubrir sus pérdidas en épocas de sequía y otros fenómenos meteorológicos extremos. Tener suelo fértil que lo resista es todo lo que necesita.

Tierra fértil, llena de lombrices en la granja de Gabe Brown en Dakota del Norte (Chad Sawyer/The Sawyer Agency)

La mayoría de las granjas estadounidenses dependen del seguro agrícola federal, tanto así que es el subsidio agrícola más caro. En 2012, el programa federal de seguro de cultivos (FCIP) pagó $17.3 mil millones por indemnizaciones a los agricultores del país, debido, en gran parte, a la sequía generalizada en ese año. Los agricultores ya habían sufrido un mal año en 2011, con inundaciones masivas a lo largo del rio Mississippi causando indemnizaciones de $11 mil millones.

En EE. UU., es el pueblo contribuyente el que carga con la mayoría de la cuenta del FCIP. Es otro costo que todos solventamos por los estragos del cambio climático, el cual está haciendo que las sequías, inundaciones y condiciones climáticas sean más extremas. Entre más cálido se vuelve, más aumentarán las indemnizaciones por perdidas agrícolas, según el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), lo que impone una carga aún mayor al FCIP y por lo tanto para los contribuyentes. La ironía es que el FCIP premia el tipo de agricultura en tierra menos resistente a las sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos y, por lo tanto, tiene más probabilidades de tener pérdidas y recibir indemnizaciones.

En un nuevo informe por NRDC, mi colega Claire O’Connor, quien también tiene granjeros de Nebraska en su linaje, hace un llamado para reformar el FCIP. Claire es una analista de políticas de agua para uso agrícola y dice que se necesita transformar el FCIP para fomentar técnicas que reduzcan el riesgo agrícola, como las que impulsa Gabe Brown, las cuales mejoran la salud del suelo y reducen el riesgo a incurrir pérdidas en sus cultivos.

Protegemos nuestras casas contra el frio y el calor, tiene sentido proteger a nuestras granjas contra el clima cambiante también. 

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El señor Brown es parte de un creciente número de agricultores que utilizan varias técnicas para aumentar la capacidad natural del suelo para retener la humedad, disuadir malezas y plagas y nutrir sus cultivos. Cuando el empezó su operación en 1991, los terrenos en su granja carecían de vida, estaban gris y apagados. Durante las décadas siguientes, la tierra se volvió fértil, casi negra y repleta de lombrices, insectos y microorganismos. El cambio es debido a varias prácticas de cultivo clave que mejoran la salud del suelo, tales como los cultivos de cobertura y cultivar sin labranza.

Bajo un sistema libre de labranza en cada temporada de siembra, los cultivos de Brown crecen directamente en el rastrojo de los cultivos del año anterior. El rastrojo sirve de mantillo y ayuda a la tierra a retener la humedad. De acuerdo a los datos de la USDA, los agricultores que utilizan métodos libres de arado en cultivos de maíz en 2010 fueron 30 por ciento menos probables de recibir pagos de indemnización del FCIP que los demás. La agricultura sin labranza, según el análisis de NRDC, podría potencialmente haberle ahorrado $223 millones al FCIP en indemnizaciones en 2010.   

Plantar cultivos de cobertura, como lo demuestran los campos verde oscuro de Brown, ayuda a rescatar la salud del suelo. Los cultivos de cobertura no se venden, se eligen por su capacidad para proteger y mejorar la salud del suelo. Sembrar una mezcla de cultivos de cobertura, como el trigo de invierno y la veza vellosa, aumenta los nutrientes del suelo y la retención de agua y preparan el suelo para la próxima siembra en vez de agotarlo. Una encuesta reciente de USDA encontró que los agricultores que utilizaron cultivos de cobertura en 2012 obtuvieron un promedio de rendimiento más alto que los agricultores que no lo hicieron. Las zonas afectadas por sequías fueron las más beneficiadas, demostrando que utilizar los cultivos de cobertura puede ser una buena herramienta contra las sequías.

El uso de técnicas que protegen y mejoran el suelo provee una protección natural contra los fenómenos meteorológicos y disminuye los riesgos para el agricultor. Pero el FCIP no ofrece ningún incentivo para utilizar estas estrategias. Lo que hace en vez es patrocinar cultivos riesgosos ó el cultivo en tierras marginales que requieren un alto uso de fertilizantes químicos que empobrecen la salud del suelo.

No podemos darnos el lujo de poner en riesgo las tierras para el cultivo, los agricultores, ni los contribuyentes, abandonando las granjas a los riesgos climáticos. La agricultura cuesta trabajo, ¿para qué hacerlo más difícil? Yo ayudo a administrar una finca de café y el rendimiento, al igual que el precio mundial, varía en hasta un 30 por ciento, año con año. Pocas empresas enfrentan esa clase de variabilidad y francamente, es difícil sobrellevarlo. Así que tenemos que promover técnicas que ayuden a proteger el suelo en vez de dañarlo.

NRDC ha trabajado con agricultores por décadas para promover técnicas de agricultura sostenibles y el desarrollo de herramientas y políticas que ayuden a mejorar la industria agrícola y volverla más sostenible a largo plazo. El FCIP puede ayudarles a los agricultores a utilizar alternativas agrícolas menos arriesgadas con políticas que promuevan menos riesgo.  El programa debería ofrecer tarifas más bajas (posible ante la ley) a los agricultores que adoptan prácticas de bajo riesgo y que aumentan la retención del agua por medio de: cultivos de cobertura, cultivar sin arar y usar sistemas de irrigación que ahorren agua. Reformar la FCIP para fomentar la protección del suelo y las técnicas para volver las granjas más resistentes ante el clima, les daría una mayor confianza a los agricultores, disminuiría la carga a los contribuyentes y protegería el medio ambiente.

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